Verdi y Mozart

No todo es Halloween: honra a los muertos con dos Réquiem inmortales

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Verdi y Mozart son los protagonistas de poner banda sonora a la celebración del Día de Todos los Santos.

Hasta hace pocos años, el 1 de noviembre se celebraba en España el Día de Todos los Santos. Una solemnidad que consistía en honrar a los seres queridos que nos dejaron. Pero esto ha ido cambiando y la tradición anglosajona de Halloween se ha impuesto sobre ésta. Rompiendo este molde llega el Teatro Real y al Auditorio Nacional de Madrid, que honrará a los santos y a los muertos con dos Réquiem inmortales.

 

Pocas veces se da la oportunidad de disfrutar de los dos Réquiem más bellos de la música clásica en dos días seguidos, coincidiendo con la celebración de Todos los Santos y el Día de los Difuntos. La Fundación Excelentia ha encontrado un hueco para que el de Verdi llegue al Teatro Real el 1 de noviembre y el de Mozart sea interpretado el día siguiente, 2 de noviembre, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. En ambos casos, serán interpretados por la Orquesta Clásica Santa Cecilia y las 150 voces de la Sociedad Coral Excelentia de Madrid.

 

Verdi y Mozart

El Réquiem de Verdi estará dirigido por Kynan Johns y contará con la soprano Nina Adlon, el tenor Salvatore Cordella, la mezzo, Claudia Marchi y el barítono Borja Quiza. También el de Mozart será dirigido por Kynan Johns, e incluye, además, la Misa solemne en honor a Santa Cecilia de C. Gounod.

 

 

A menudo se ha dicho que el Réquiem de Verdi es una ópera disfrazada de música religiosa, y parece que su intención a la hora de componer la obra no era la de crear música litúrgica, de hecho él mismo no era un hombre religioso y parece que hay motivos para pensar que ni siquiera era creyente, por lo que su Réquiem sería más un lamento ante la muerte que una muestra de confianza en la salvación y la vida eterna. De hecho, su emotivo Dies Irae, enfatiza lo terrible del día del juicio final con una música que no deja ni un rincón para la esperanza. También el desasosegante final, con la soprano susurrando Libera me mientras la música se va apagando hasta desaparecer.

 

De lo que no cabe duda, es que su Réquiem, escrito en memoria de Alessandro Manzoni, poeta italiano que Verdi admiraba, expresa la emoción profunda del texto, con ritmos vigorosos, melodías sublimes y contrastes dramáticos, como en sus óperas. En el Requiem la música fluye, presenta bellos efectos sonoros y la parte vocal goza de gran calidez.

 

También se ha hablado mucho sobre las circunstancias en que Mozart recibió el encargo de esta Misa por un extraño, un emisario del conde Walsegg-Stupach. Desde ese momento y hasta el día de su muerte, el compositor, ya muy enfermo, está convencido de que el extraño es un mensajero de la muerte, y de que el Réquiem que escribe es el suyo propio. El 4 de diciembre de 1791 se lleva a cabo el último ensayo del inconcluso Réquiem, junto al lecho en el que Mozart yace enfermo. Mozart rompe a llorar durante el ensayo y dice: "Esto lo escribí para mí mismo". El ensayo llega hasta el Lacrymosa, última parte de la obra escrita por el compositor. En la madrugada, Mozart muere. Así comenzó a gestarse el mito de una de las obras más célebres de la historia, sobre la que se han generado infinidad de relatos a medio camino entre la realidad y la ficción cinematográfica.

 

Su viuda, Constanze, que quería que el Réquiem fuese terminado, encargó a Franz Xaver Süssmayr, alumno de Mozart, que se ocupase de ello, después de que otro compositor, Joseph von Eybler, decidiera que la tarea estaba más allá de sus capacidades. Lo que probablemente nunca se sabrá es cuántos de los bocetos de Mozart, en las partes de la obra que no lleven su autógrafo, guiaron a Süssmayr, si bien este último afirmaba que el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei eran completamente de su invención.

  

Réquiem, una obra estremecedora

El Réquiem es una obra recurrente que han compuesto, además de Mozart y Verdi, músicos como Faure, Gossec, Dvorák y Brahms, entre otros. Parece que el de Mozart ha sido más representado que el de Verdi.

 

El romanticismo y la célebre película Amadeus de Milos Forman han contribuido a promover el tópico del Réquiem como paradigma trágico de las últimas semanas de un compositor incomprendido y envidiado por su entorno, desdichado y aislado del mundo. Sea como fuere, su alma formará parte de un juego de emociones que no es posible controlar; con melodías que elevarán el espíritu y que harán incontenibles las lágrimas. El Réquiem es estremecedor.

 

Su viuda, Constanze, que quería que el Réquiem fuese terminado, encargó a un alumno de Mozart que se ocupase de ello, después de que otro compositor, Joseph von Eybler, decidiera que la tarea estaba más allá de sus capacidades. Lo que probablemente nunca se sabrá es cuántos de los bocetos de Mozart,

Redacción

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