Fernando Alonso Barahona

Razones para el Siglo XXI

Fernando Alonso Barahona (Madrid, noviembre 1961). Abogado y escritor. Jurado de premios nacionales de literatura y teatro. Colaborador en numerosas revistas de cine y pensamiento así como en obras colectivas. Ha publicado 40 libros. Biografías de cine (Charlton Heston, John Wayne, Cecil B De Mille, Anthony Mann, Rafael Gil...) , ensayos (Antropología del cine, Historia del terror a través del cine, Políticamente incorrecto...) historia (Perón o el espíritu del pueblo, McCarthy o la historia ignorada del cine, La derecha del siglo XXI...), novela (La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella...) poesía (El rapto de la diosa) y teatro (Tres poemas de mujer).

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Simeón de Bulgaria, un destino singular

Foto: Ignacio Gil.

Simeón de Bulgaria es una de las figuras internacionales que simboliza al país. Un hombre que fue coronado rey con solo seis años, y sufrió 40 años de exilio.

“Mi esposa fue la única que se dio cuenta de que me estaba emocionando hasta las lágrimas cuando aterrizamos en Sofia en 1996. Cuando las ruedas tocaron la pista... me dije 'estoy aquí. ¡Estoy en Bulgaria!''.

 

Habitada desde el Neolítico, Bulgaria ha disfrutado de cortas pero brillantes épocas de grandeza. Durante el Primer y Segundo Imperio medieval búlgaro estaba entre los estados más poderosos de Europa. La tragedia sucedió con los  cinco siglos consecutivos de ocupación turca que detuvieron su progreso. Solo la Iglesia ortodoxa pudo conservar la esencia de la cultura primegenia búlgara y salvarla de la debacle turca.

  

Tras el tímido renacimiento del primer tercio del siglo XX, el país volvió a quedar atrapado en la vorágine de la Segunda Guerra Mundial. Aliado a la fuerza inicialmente con las fuerzas del Eje, Bulgaria terminaría cayendo bajo la orbita comunista. La severa dictadura posterior perjudicó gravemente su economía, sociedad y espíritu nacional. Sobre todo el aislamiento del que fue objeto respecto a Occidente. Pese a ello, el gobierno comunista caería igual que el Muro de Berlín y la propia URSS. De este modo, Bulgaria, tras una transición corta y difícil, ha llegado a formar parte de la OTAN y la Unión Europea. Los problemas siguen sin embargo atenazando a una nación tan desconocida para muchos europeos como fascinante.

   

Simeón de Bulgaria es una de las figuras internacionales que simboliza al país. Un hombre que fue coronado rey con solo seis años, sufrió 40 años de exilio –viviendo en España casi todo el tiempo– y fue capaz de regresar a su país no como monarca sino como Primer Ministro tras vencer en unas elecciones. Sin duda un destino singular. La celebración de su 80 cumpleaños con una ceremonia en Sofia (Bulgaria) al que acudieron representantes de las monarquías europeas no reinantes, la edición en España de su fascinante libro de memorias: Una vida singular, merece colocar la atención en Simeón de Bulgaria. En pocas frases se puede resumir el interés de su vida y trayectoria humana política. Hijo del Rey Boris que murió en 1943 en extrañas circunstancias en plena Segunda Guerra Mundial y con una Bulgaria aliada de Hitler pero con la sombra de Stalin en cada uno de sus pasos. Rey con apenas siete años, derrocado en 1945 y obligado al exilio para salvar la vida, acogido por Franco en España donde inició una nueva vida sin romper nunca los hilos vitales con su patria. Simeón de Bulgaria nunca ha abdicado, tras décadas de exilio la caída del comunismo permitió su regreso y lo hizo nada menos que como Primer Ministro del la República. Sin duda una trayectoria singular de este hombre honesto, amigo de España, patriota de corazón y cuya vida hunde sus avatares en el corazón de esa Europa tantos años sometida al yugo comunista.

 

A mediados de los años noventa el tío de Simeón, Otto de Habsburgo, vino a dar una conferencia en Madrid. La jornada terminó en la Casa Gallega. En el coche de vuelta a casa, el jefe de la Casa de Habsburgo, fallecido en 2011 a los 98 años de edad, preguntó a Simeón por sus planes inmediatos en Bulgaria, donde acababa de regresar tras cinco décadas en el exilio. “Si no me dejan luchar a caballo, lucharé de pie”, contestó. Es el lema que puede resumir la vida de este luchador que desde muy niño hubo de acostumbrarse a vivir en un mundo adulto lleno de tensiones, responsabilidad, envidias y poder.

 

Simeón II nació el 16 de junio de 1937 en la capital búlgara. La reina Giovanna, de la Casa de Saboya, dio a luz al único hijo varón del rey  Boris III. Toda Bulgaria lo recibió alborozada. El escenario en Europa era muy complejo entre los ansias expansionistas de Hitler y Stalin, pero durante al menos unos días, el rey Boris pudo dibujar unas semanas de esperanza.

 

Con solo seis años, el 28 de agosto de 1943 murió el rey Boris entre sombras de sospecha de asesinato. El niño Simeón fue proclamado entonces rey de los búlgaros. Por ser menor de edad, se constituyó una regencia con diez ministros del gobierno. Pero poco le duró el trono, ya que tres años más tarde, el 8 de septiembre, el 99,2% de la ciudadanía decidió, mediante referéndum, proclamar la República. Hay que señalar que Stalin se había hecho con el mando efectivo del país, y este resultado apoteósico se repetiría en numerosas ocasiones dando lugar a una frase tópica: “un congreso a la búlgara”, haciendo referencia que en la época comunista los apoyos siempre que se consultara debían superar el 99%.

 

Dos días después, a su madre, su tía Eudoxia, su hermana María Luisa y a él mismo, sin haber abdicado, les subieron de madrugada a un tren con destino a la frontera con Turquía para iniciar su exilio. Un barco les llevó después a Egipto, donde vivían igualmente exiliados sus abuelos maternos, los reyes italianos Victor Emmanuel III y Elena. Gracias a que en 1951 Franco les concedió asilo, se fueron a vivir al hotel Felipe II, en El Escorial. Compraron una casa en la Avenida del Valle, en Madrid, donde Simeón celebró su mayoría de edad. También con un Te Deum, con la diferencia de que ese 16 de junio de 1955 fue el momento elegido, en el exilio, para dirigirse por primera vez al pueblo de Bulgaria. En España rehízo su vida, en España nacieron sus hijos y su agradecimiento lo describe en muchas de las páginas de sus memorias.



En su citado libro de Memorias el rey exiliado cuenta las penalidades y peligros que su familia hubo de soportar, además de contar con tremenda exactitud las miles de personas que fueron asesinadas o desaparecidas por el nuevo régimen pro soviético. Todos ellos sepultados sin memoria histórica. Después la estancia en España, la buena relación con Franco, la amistad sincera con el príncipe Juan Carlos, las estancias en Egipto o Estados Unidos o su entrañable amistad con el rey Hussein de Jordania o con Hassan II rey de Marruecos.

 

Simeón se casó con una aristócrata española Margarita Gómez Acebo, con quien tuvo cinco hijos: Kardam, Kyril, Kubrat, Kosntantin y Kalina. El príncipe Kubrat contrajo matrimonio con la popular Carla Royo Vilanova, empresaria y escritora de éxito.

 

Tras la caída del régimen comunista (1989), Simeón volvió por vez primera a su país el 25 de mayo de 1996, acompañado por su esposa y fue recibido en Sofía por más de medio millón de personas, si bien las encuestas aseguraban que el 70% de los ciudadanos se oponía a la restauración de la monarquía. No obstante, durante los últimos 12 años, el rey exilado recibió a más de 4.000 compatriotas en su residencia madrileña y mantuvo en funciones un círculo brillante de consejeros.

 

En el marco del proceso legislativo de restitución de los bienes nacionalizados o confiscados por los comunistas después de 1944, promovido por la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD) al recuperar el poder en 1997, el Tribunal Constitucional, por una sentencia de 4 de junio de 1998, ordenó la entrega a la Casa Real de las propiedades y cuentas que le fueron arrebatadas en 1946. Pero las aspiraciones restauradoras sufrieron un duro revés cuando el mismo tribunal falló en contra de la demanda para invalidar el referéndum de abolición de la monarquía de 1946.

 

Simeón regresó definitivamente a Sofía en abril de 2001 y creó el Movimiento Nacional Simeón II (MNS II) para participar en la vida política con un programa centrado en la consecución de «cambios rápidos y fundamentales» (en 800 días) para promover «un crecimiento estable y duradero», que abriera el camino para la prosperidad y la incorporación a la Unión Europea, sin olvidar el combate implacable contra la corrupción. Simeón relegó la restauración de la monarquía en la lista de prioridades, «por no ser una cuestión de actualidad», pero sin abdicar de sus derechos dinásticos.

 

En las elecciones legislativas del 17 de junio de 2001, el MNS II obtuvo el 43,05% de los sufragios y 120 de los 240 escaños de la Asamblea Nacional, quedando a un solo escaño de la mayoría absoluta y derrotando por amplia mayoría a la Unión de Fuerzas Democráticas (18,24% de los sufragios) y al Partido Socialista (17,35%).

 

Aunque el antiguo rey no figuraba en la lista de diputados, dada su reticencia a ocupar la primera línea del combate, aceptó el cargo de primer ministro y suscribió un acuerdo de coalición con el líder de la minoría turca, Ahmed Dogan, cuyo partido aportó 21 diputados al nuevo bloque gubernamental.

   

En realidad, sólo Simeón era capaz de dar coherencia, credibilidad y estabilidad a un movimiento heterogéneo, creado sobre la marcha, que asumía la responsabilidad histórica de mejorar la imagen internacional de Bulgaria y sacarla del marasmo y del atraso con respecto a los otros países del ex bloque comunista. Designado primer ministro por el presidente de la república el 13 de julio, Simeón fue investido por la Asamblea Nacional el 24 de julio con 141 votos a favor, 50 en contra y 46 abstenciones. Formó un gobierno en el que los principales ministerios quedaron en manos de jóvenes tecnócratas bien relacionados con los centros del poder económico mundial. Bulgaria fue aliado fiel de la política exterior norteamericana si bien los problemas de la presencia de las minorías turcas y la creciente influencia de la nueva Rusia liderada por Vladimir Putin afectaron no poco a la gestión política diaria del Gobierno.

 

Bulgaria se unió a la OTAN en el 2004 y a la UE en 2007.

 

Los resultados económicos fueron aceptables pero la crisis de la transición a la democracia, las campañas personales contra Simeón y los problemas estructurales de un país que continúa figurando en el último lugar de la Unión europea en desarrollo económico y salarios afectaron en gran medida sus posibilidades de reelección. Y en 2005 fue el socialista Sergei Stanishev quien venció por la mínima en las elecciones. El Movimiento el Rey Simeón colaboró con el nuevo gobierno estableciendo de hecho una gran coalición que trató de continuar con las reformas, aparte del gran reto de la entrada de Bulgaria en la Unión Europea. En las elecciones del 2009 Simeon ya no participaría de forma activa si bien su compromiso con su patria continua incólume.

 

Si en 1989 Bulgaria tenía 9 millones de habitantes, ahora tiene sólo 7,2 millones. Una caída de población del 20% que supone una amenaza para el desarrollo económico.

 

Las autoridades estiman, según cálculos de sus embajadas repartidas por el mundo, que hay más de dos millones de búlgaros viviendo en el extranjero. Las mayores colonias de búlgaros se encuentran en Estados Unidos (unos 300.000), España y Grecia (entre 170.000 y 300.000), aunque también han acogido mucha población Alemania y el Reino Unido.

 

Bulgaria es un país fascinante y muy poco conocido fuera de sus fronteras –aparte de los países limítrofes-. En las páginas de Ritmos 21 nos hemos referido en varias ocasiones a su literatura.

 

Merece la pena conocer la biografía de Simeón, amante de la cultura y de las tradiciones de su país que siempre ha intentado preservar y proteger, tan ligado a España por multitud de circunstancias históricas y tratar así de comprender los retos de una nación que precisa reformas, espíritu y patriotismo.

 

El ejemplo de Polonia y Hungría podría seguramente cundir en el horizonte de esta tierra sobre la que Alejandro Magno cabalgara hace muchos siglos.